sábado, 30 de abril de 2011

UN HIJO, UN PERRO…

Como ya os había adelantado, todo el mundo está pendiente de la reforma de la ley del hijo único, pues bien, el presidente Wen Jiabao ha anunciado que la ley no se reforma, que se queda como está.

Coincidiendo con esto, aquí en Shanghai entra en vigor el 15 de Mayo, una norma que limita a uno la cantidad de canes que puede tener una familia censada (un hijo, un perro…estos chinos son la monda). Además los propietarios deberán registrar al perro y habrá multas en caso de infringir la ley.

El gobierno espera reducir la cantidad de perros en las calles de la urbe. De los 800 mil animales que se estima que hay en la ciudad, sólo un cuarto están registrados, por el alto precio que significa registrarlos y vacunarlos.

Los animales que no estén registrados y que excedan la nueva limitación, deberán ser donados. Además crearán más centros de vacunación y organismos de adopción.
Hace tan sólo cinco años que se les permite tenerlos como mascotas y ya les están poniendo limitaciones, y como ya os conté los tratan a cuerpo de rey.

Pues bien, a estas alturas ya he visto unos cuantos y tan sólo he visto uno a cuerpo, es decir, sin ropa, van todos con abrigo o jersey, y porque el que iba en pelotas era de un occidental. Los chinos los visten a todos, perros o gatos.

Hemos visto una tienda de modelitos de animales, donde lo más sencillo que había era un chubasquero acolchado del tipo Moncler, el resto era casi todo de Vuitton, Gucci,etc.. Incluso hemos visto a un caniche en brazos de su dueña con traje y botitas, una en cada pata. Pobre bicho! En la mencionada tienda también vendían los zapatos y también de marca.

Francamente, visto lo visto, mejor que les permitan tener sólo uno, porque eso de sacar el perro a pasear y llevarlo en un carrito y vestido de Gucci, resulta denigrante, para el bicho, claro.






martes, 26 de abril de 2011

EL PIJAMA

Entre los 22 millones de personas que habitamos Shanghai, no sé si el porcentaje de personas que están como una cabra es muy alto, o yo tengo la suerte de ver lo más granado de los locos sueltos que deambulan por esta ciudad, esto es lo que pensé la primera vez que vi a un señor paseando por la calle, a la una de la tarde, vistiendo un pijama de dibujitos azules, eso sí, con zapatillas y todo. Me pilló tan de sorpresa, que cuando conseguí sacar la cámara del bolso, el señor ya había doblado la esquina.


La verdad es que hacía bastante frío y como el pijama era acolchado del tipo guatiné, como el de las batas de andar por casa, pensé que aunque estaba como una cabra, al menos una cabra calentita, y como seguramente habría bajado a un recado cerca de su casa pues sería de los del refrán de “ande yo caliente…”
Pero claro, la segunda vez, una señora con bolso y todo paseando por Nanjing Lu, una de las calles principales del centro de la ciudad, ya me sonó a chirigota. Y la tercera, la cuarta….Hasta un señor que se bajaba del coche en Guanzhou y entraba en el zoo safari con su familia. En alguna de esas ocasiones si me ha dado tiempo a hacer la foto, lo cual no es fácil, porque tienes que esperar a que dejen de mirarte ellos a ti o hacerla de espaldas.


Todos estampados y todos acolchados, no sé si será moda aquí, desde luego nadie se queda mirándolos, excepto yo, claro, que los miro igual que ellos se quedan mirándome a mí, pero lo que si tengo claro es que son pijamas. Menos mal que aquí no ha llegado Primark con sus pijamas de peluche, y no saben lo que se pierden pues seguro que harían furor.
Recuerdo el choteo que hubo en España con la Pantoja de chándal y tacones, o las madrileñas bajando a la compra en chándal con el visón encima, eso lo he visto yo cuando vivía en Madrid, incluso una vez en la cola de la charcutería dejé pasar a una delante para poder verla mejor y comprobar así la famosa leyenda urbana.

jueves, 14 de abril de 2011

SHANGHAI

Repasando los post del blog, me he dado cuenta de que os he hablado poco de Shanghái como ciudad, salvo al principio del todo y cuatro cosillas, os he hablado mucho más de las peculiaridades de la gente que vive aquí que de la ciudad en sí.

Shanghai significa literalmente encima del mar y se compone de dos caracteres, 上海: 上 es Shang (encima) y海 es Hai (mar).

Shanghái es una ciudad espectacular, además de una ciudad de unos contrastes enormes entre lo moderno y lo antiguo, tan pronto cruzas una calle después de salir de un edificio supermoderno y te encuentras en la china de principios del siglo XX. Y lo mismo pasa con la gente, ves a mucha gente joven con el mismo aspecto que llevan en Europa y mucha otra que parece sacada del “Cuéntame” chino. (En la foto se ve el contraste de viviendas)

Es la ciudad más poblada de China y una de las más pobladas del mundo con más de 20 millones de habitantes. Está en el delta del río Yangtsé, si bien el río que atraviesa la ciudad es el Huangpu, un afluente del Yangtsé y el mar se encuentra a 40 km del centro de la ciudad. No pertenece a ninguna provincia y es una de las cuatro municipalidades independientes directamente administradas por el gobierno.

La ciudad está dividida en 18 distritos y un condado, a los nueve distritos que formaban el casco antiguo de Shanghái, se les llama Puxi y están en la orilla oeste del río. Y son conocidos como el Shanghái verdadero o corazón de la ciudad.
El otro lado del río, entre la orilla este y el mar, la forma un único distrito, llamado Pudong, el barrio más moderno, y corazón financiero de China creado a partir de 1992,
tiene una superficie donde cabe 32 veces la ciudad de La Coruña (y sólo es un distrito). Es dónde vivimos nosotros, aunque por suerte pegados al río, justo debajo de casa tenemos el ferry que sale cada 15 minutos a Puxi y cuesta 2 yuanes (20 céntimos) además de estar entre dos de los túneles que atraviesan el río.
(En la foto doble, se ve en la de arriba, la orilla del río donde está Pudong en 1990, totalmente deshabitado y en la de abajo Pudong en la actualidad)

Si os habéis fijado los chinos son muy prácticos a la hora de elegir nombres, nada de fulano o mengano; el río Huangpu y a un lado Puxi (xi=oeste) y al otro Pudong (dong=este).

Y alrededor hay ocho distritos que son ciudades satélites, distritos suburbanos o rurales.

El río, aunque parezca raro, casi no tiene puentes y los únicos que hay están alejados del centro, porque debido al tráfico marítimo por el río, los puentes han de ser muy altos. El puerto de Shanghai es el mayor del mundo en tráfico de mercancías.
(Estos son los tirabuzones que hay para acceder a los puentes, tienen que hacerlo así por la altura)
La arquitectura no tiene nada que envidiar a ninguna otra ciudad, si bien los edificios no tienen ese aire clásico que tienen los rascacielos de Nueva York, hacen que la ciudad parezca del futuro. Una pena que tengo, es que cuando me vaya de aquí todavía no habrán terminado el Shanghái Center, el edificio más alto de la ciudad (118 plantas), que están construyendo delante de mi casa. (Un fotomontaje con la nueva torre)

Además, Shanghai tiene de todo, todo tipo de transportes, incluido el tren más rápido del mundo, el maglev, de levitación magnética. Llega al aeropuerto que está a 30 Km en 7 minutos, aunque todo el mundo dice que es un fracaso por dos razones, una, es que es demasiado caro, el billete te cuesta 80 yuanes (8 euros) y si tienes tarjeta de embarque de avión, te cuesta la mitad, está claro que éstos no han ido en taxi en España, iban a ver lo que es caro, por no hablar de Londres, donde, aparte del precio del transporte público, hasta por entrar con el coche en la ciudad hay que pagar el "congestion tast". El otro motivo, es que la estación no está en el centro.

Hay todo tipo de espectáculos de música, aunque no tantos como nosotros en Europa, pues el gobierno chino es muy reticente a según qué artistas pueden actuar. La semana pasada estuvo actuando Bob Dyland (no fui, porque Alejandro no podía y no me apetecía ir sola). Hay filarmónica y orquesta sinfónica; teatro (lo malo es el idioma) o deportes como el gran premio de Fórmula Uno, un Master 1000 de tenis y este año en Julio se celebrarán aquí los mundiales de natación. Tiene varios parques de atracciones y esta semana precisamente, empieza la construcción del parque Disney Shanghái, el segundo de China, pues el otro está en Hong Kong.

En cuanto a hoteles están todas las principales cadenas de hoteles del mundo, incluido un Meliá y por tener, tiene hasta dos Ritz, no uno sino dos, cosa que no hay ni en Londres ni en París. Uno en Pudong, al lado de mi casa y el otro en Puxi.

Si hasta tiene su mini valle del Jerte, el parque Gucun. Es un parque nuevo, al lado de la universidad, donde han plantado más de 11.000 cerezos que han florecido y fuimos a ver la semana pasada. Todavía son un poco pequeños, pero en unos pocos años será todo un espectáculo. Hay otro parque que en lugar de cerezos, tiene melocotoneros y creo que es igual de espectacular. (En la foto no se aprecia muy bien, pero era muy bonito, y el día nublado no ayuda)

Un apunte acerca del parque. Esta mañana venía en la prensa local que iban a contratar más vigilantes para el parque porque el pasado fin de semana, que aquí fue fiesta local, hubo tal cantidad de chinos visitándolo que casi lo destrozan por completo, y como esta gente muy cívica no es, no sólo se subían a los árboles, sino que hasta se hacían guirnaldas para el pelo con las flores, por no hablar de la cantidad de basura que dejaron a su paso.

Así que a partir de ahora escribiré una serie de post sobre las atracciones de la ciudad. Y la primera, si bien no es una atracción en sí, si resultó curiosa.

La noche que volvimos de Beijing, fue la noche que en Europa se hace el cambio de hora al horario de verano, aquí no, aquí continuamos con la misma hora y ahora la diferencia horaria con España ha pasado de ser de 7 horas a 6.

Esa noche para promocionar el ahorro energético muchas ciudades en todo el mundo apagan sus monumentos durante una hora entre las 8,30 y las 9,30 PM y Shanghái también se une al evento. Justo cuando aterrizamos empezó la cosa y era sobrecogedor ver todos los edificios apagados volviendo a casa en el taxi. Parecía que la ciudad se había volatilizado.

Como comprenderéis mucha foto no puedo poner porque se veía todo negro, pero mirad la comparación de las vistas de la Jinmao y el SWF desde la habitación de Iago. (La luz que se ve es la de la famosa obra de la torre, los pobres trabajan los 7 días de la semana, las 24 horas del día, a turnos)
Me voy de vacaciones hasta el día 23, a la vuelta más. Besos a todos y felices vacaciones.

martes, 12 de abril de 2011

HUKOU

El otro día os hablaba de que todo el mundo, aquí en China está pendiente de la reforma de la ley del hijo único, y ello es porque es en Primavera cuando se reúne la asamblea legislativa y en ella se modifican o publican las leyes. Y es que la del hijo único no es la única ley de la que la gente está pendiente de reforma, la otra es la del hukou.
En marzo del año pasado 13 editoriales de periódicos digitales, saltándose la censura a la torera, pedían en portada la abolición del hukou. el instigador de todo ello, un tal Zang Hong, fue despedido y eliminaron de internet toda huella de la noticia, pero ya había llegado a la calle y como no hubo reforma, la gente se pregunta si por fin este año llegará la deseada abolición.

Y qué es el hukou:
Desde los años cincuenta, existe en China un sistema de permisos de residencia que se aplica a los migrantes internos, denominado hukou. Cada familia china recibe un hukou que contiene los nombres de cada uno de los miembros de la familia, y cada persona debe registrarse en el momento del nacimiento ante las autoridades locales. Un ciudadano puede disponer únicamente de un hukou, en la zona asignada, que puede recibir por vía materna o paterna. Ello te obliga a permanecer en tu lugar de origen toda tu vida. Es este registro el que otorga a la persona determinados derechos sociales, como el acceso a la vivienda, la educación o la sanidad. Fue originalmente dispuesto para -en un país superpoblado- poder controlar mejor los flujos y movimientos migratorios internos.

Pero con el rápido desarrollo y crecimiento urbano de China el sistema de registro divide a las ciudades y al campo, a los ciudadanos de las áreas rurales, les confieren un rango de “segunda clase”, pues los inmovilizan en su zona impidiéndoles migrar en busca de mejores oportunidades.

Después del año 80, las cosas cambian un poco. Y ello es porque el Liangpiao ya no es obligatorio para comprar comida. Hasta ese momento sólo podías comprarla con esos tickets, que te daban por tu trabajo, no con dinero y no valían para otro lugar que no fuese tu zona de residencia. Lo cual te obligaba a permanecer en tu zona de nacimiento, al eliminarlos puedes moverte, pero de forma ilegal.

Porque el problema surge cuando se desea cambiar de residencia para buscar trabajo en otro lado. Hasta las reformas de 1978 China prohibía expresamente los movimientos internos de población, a menos que formara parte de algún plan estatal. Actualmente, es necesario obtener una autorización administrativa para poder cambiar de un hukou rural a uno urbano, y acceder a prestaciones sociales difíciles de encontrar en el campo.

Y dicha autorización es muy difícil d conseguir. Quien, desde el campo, se muda a la ciudad, pero no tiene el permiso necesario para residir en ella, no puede acceder a los servicios sociales en el capítulo de la vivienda o de la salud, ni al sistema de educación para sus hijos. De hecho queda segregado del resto de la población urbana, vendría a ser un “sin papeles”, dentro de su propio país.

De hecho el tratamiento que recibe esta gente es el mismo que en occidente aplicamos con la inmigración ilegal. Hasta 2003 los migrantes que no poseían estos permisos (los ilegales) podían ser multados y expulsados a su lugar de origen. Las "repatriaciones" acabaron por derogarse por las noticias referentes a la brutalidad policial y sobre todo por su ineficacia ante la incesante marea migratoria. Además, cada provincia aplica este sistema de diferente manera.

Desde 1985 también se entregan permisos temporales que sin embargo no permiten acceder a las ventajas y privilegios que disfrutan quienes poseen hukous urbanos regulares. Se permite la estancia limitada por un trabajo temporal o por estudios, cuando se acaba el contrato o la universidad se debe volver al domicilio original, en el caso de los estudiantes, pueden permanecer en la ciudad si consiguen un puesto de trabajo con contrato en una de las empresas de la ciudad.

Pese a todo, las migraciones son imparables, millones de personas han abandonado el campo en busca de mejores oportunidades, sobre todo en el sur. Muchos trabajan en fábricas texiles, en la construcción de viviendas y modernización de las ciudades y de ayis (servicio doméstico) muchas veces en condiciones de esclavitud.

Porque sin el hukou no tienen derechos y supone una mano de obra más barata, por ello muchos empresarios desaprensivos los obligan a trabajar sin ningún control y por una miseria, casi nunca les pagan lo que les prometen y sin papeles no pueden reclamar. Al contrario de lo que sucede en España que se persigue al que contrata a ilegales, aquí los jefes tienen total libertad y la culpa es del trabajador.

Hasta la posibilidad de contar con protección policial en una ciudad depende de si las personas tienen -o no- sus papeles de residencia en regla. En Beijing, por ejemplo, hay dos decenas de colegios operando más o menos al margen de las normas, que ofrecen específicamente sus servicios a este tipo de inmigrante doméstico ilegal. Allí sólo unos 460.000 niños nacieron irregularmente en los últimos tres años, puesto que lo hicieron con sus padres fuera del sistema, lo que significa que ellos también están fuera de él y no tienen derecho ni a la escolaridad. A las personas registradas en el campo pero que trabajan en las ciudades las llaman “nongmingong”.

El sistema no sólo divide a los ciudadanos de campo y ciudad, sino que debido a la imparable migración ilegal, en las ciudades también son ciudadanos de segunda clase y el propio gobierno sospecha que prolongar la situación actual puede derivar en que aparezcan las típicas “villa miseria”, con su precariedad, organizaciones delictivas y vidas marginales, que son casi desconocidas en las ciudades chinas. El hukou de hoy no ha evitado la migración campo-ciudad; pero ha creado ciudadanos de primera y de segunda.

Este sistema se ha ido suavizando en los últimos años, probablemente porque los flujos son realmente incontrolables. La liberalización selectiva comenzó con las ciudades de menor tamaño. En enero de este año entró en vigor una nueva ley de contratación laboral que reconoce un mínimo de derechos y la Federación Nacional de Sindicatos de China comienza a preocuparse por los migrantes de origen campesino. Sin embargo, lo cierto es que todavía hoy los trabajadores rurales migrantes, con o sin permisos de residencia temporal, y los miembros de su familia en las zonas urbanas siguen siendo considerados como "extranjeros", "población nómada" o "flotante", lo que les hace más vulnerables a la extorsión. Debido a su escasez, en muchas ciudades la gente ha comenzado a comprar y vender hukous.

Se calcula que esta es la situación en la que se encuentran más de 120 millones de chinos (sumando quienes tienen permisos de residencia temporales y quienes ni disponen de estos permisos ni están registrados correctamente). Pero también hay quien valora que es precisamente este sistema institucionalizado de control de la mano de obra el que ha permitido un rápido desarrollo en el país, gracias, en parte, a la mano de obra barata.

Lo que si se preguntan los expertos, es que métodos utilizará el gobierno para que, cuando elimine la ley, no ocurra un estampida y se colapsen todos los servicios básicos, como la sanidad o la educación.

Se calcula que en sólo tres décadas la población rural china que emigrará hacia las ciudades será equivalente a la de los siguientes países, sumados: Alemania, Francia, Gran Bretaña, Corea del Sur, Sudáfrica, España, Polonia y Canadá. Una multitud de proporciones gigantescas. Como consecuencia de estas migraciones internas, la población urbana de China será del orden de los 1.000 millones de almas.

Beijing, Shangai y Guangzhou serán mega-ciudades. Pero el país tendrá unas quince ciudades de más de 25 millones de habitantes, cada una. Pensar solamente en la enormidad de obras de construcción y comunicaciones que esto requerirá, simplemente da miedo.

Lo cierto es que China tiene ya 170 ciudades de más de 1 millón de habitantes. Una dimensión desconocida, pues sólo hay nueve de ellas en los Estados Unidos y dos en Gran Bretaña. El equivalente a Nueva York, en China es la desconocida Tianjin, y que el equivalente a Los Ángeles sería Qingdao, que no creo, ni que le suene a nadie.

Esta foto está hecha desde mi casa, es la construcción de la Shanghai Tower, que será el edificio más alto de Shanghai. Las casas de tejado rojo de alrededor es dónde viven los obreros mientras duren las obras, son todo dormitorios llenos de literas, con algunas zonas comunes en la planta baja. los obreros son más de mil, toda gente de pueblos y cobran unos 1.500 yuanes al mes, es decir, 150 euros.

Estos cartelitos están por todo el centro de Shangai, son de gente que se ofrece para trabajar (fontaneros, electricistas..). En lugar de hacer la típica fotocopia con flecos llenos de teléfonos y pegarla en el súper o en la parada del bus, ellos colocan estos carteles apoyados en los árboles o las farolas y así si la gente les da patadas, van recorriendo toda la ciudad. Son o no son originales?

sábado, 9 de abril de 2011

PAÑALES

Siguiendo el hilo de mi último post, en lo referente a las necesidades fisiológicas, hay una curiosidad aquí en China de la que aún no os he hablado, y es la costumbre de llevar a los niños pequeños sin pañal.

Para la mayoría de la población el uso de pañales en los niños es un lujo que no se pueden permitir, son demasiado caros y como los chinos son muy prácticos lo solucionan de una forma muy sencilla.

Se trata de que la ropita de los niños pequeños, en concreto el pantalón, tiene una abertura en la entrepierna, con lo cual la criaturita en cuestión sólo tiene que abrir las piernas y todo fuera.

Aquí en Shanghái no es lo normal, en las zonas en las que me muevo yo, pero cuando estuve en Beijing vi a muchos niños así. Es más, la ropa ya viene así de fábrica porque aquí en Shanghái los ves en brazos de sus padres y a través de la abertura es cómo se les ve el pañal.

Lo que no sé, es que sistema utilizan para acostumbrarlos a hacerlo en el baño (o agujero, o lo que sea), ni a qué edad. Y debo decir que tampoco he visto a ninguno haciendo sus necesidades en la calle.

La primera vez que lo vi, me quedé escandalizada pensando en el frío que pasaría la pobre criaturita, pero luego recordé que a nosotros cuando éramos pequeños no nos llevaban tan abrigados como nosotros llevamos ahora a nuestros hijos, que en ocasiones parecen cebollas. Quién no recuerda aquellos mini vestidos con las braguitas de perlé caladas, que en lugar de abrigar hacían corrientes de aire y los niños con sus pantalones cortos hasta bien mayorcitos. Y ahora hasta les ponemos leotardos debajo de los pantalones de pana bien gorda. Y nosotros, ni un catarro y ahora están todos atiborrados de antibióticos.

miércoles, 6 de abril de 2011

SI HAY QUE IR…SE VA.

Hace ya varios post que no os cuento de las peculiaridades de los chinos y de verdad os digo que hay para escribir, no un libro sino varios tomos. Este tema ya lo abordé al principio del todo, pero incauta de mí no sabía que había más.

Recordáis que os contaba que cuando tengáis la urgente necesidad de ir a un baño público, aquí en China, no deberíais ir sin un buen cargamento de kleenex porque el papel higiénico o lo pone el usuario, o te aguantas, pues ellos no ponen ni el aparato.

Después de tres meses de experiencia aquí ya controlo bastante la situación, y muy a mi pesar, mis visitas a los baños públicos en China ha resultado más frecuentes de lo que yo hubiera querido.

Pues bien, la ausencia de papel higiénico es generalizada, excepto en los restaurantes de comida occidental, en los japoneses y en los restaurantes chinos de cierto nivel. Pero luego está el otro tema y no es otro que el de los retretes, que al igual que en el tema del papel, se trata de la ausencia o no de retrete, como lo leéis, en infinidad de sitios no hay retrete, sino la típica pieza de porcelana con un agujero en el suelo!!.

La primera vez que lo vi fue en un restaurante, en el que después de esperar mi turno para ir al baño, cuando abrí la puerta y vi aquello se me quitaron de golpe las ganas, me di media vuelta y me largué. La verdad es que no estaba preparada para ello y me pilló de sopetón.

La segunda fue en la estación del tren, que por cierto es muy moderna, creo que la hicieron para la expo del 2010, pero sin retretes. Fue cuando estaba de visita mi amiga con sus hijas y decidimos ir al baño en la estación, aquí la verdad es que estaba inmaculado y haciendo de tripas corazón, hicimos uso del famoso agujero, pero la hija de mi amiga, al igual que yo la primera vez, no fue capaz.
Porque no sé si recordáis, alguno seguro que sí, hace años en Galicia era normal, yo la verdad ya los había visto, hacía muchísimos años y sólo en algunos sitios, pero ya los conocía, pero claro, ella no tenía ni idea de que semejante cosa pudiera existir. Y francamente en pleno siglo XXI yo tampoco creí que volvería a verlos.

Y no sólo en la estación de tren, sino que en el aeropuerto ocurre lo mismo. Aunque ya le he cogido el truco, la cuestión es ir al baño de minusválidos, no sólo es mucho más grande, sino que el retrete es normal y suele haber papel higiénico.
Una cosa que si debo decir a su favor es que normalmente en los sitios públicos está todo limpísimo, suele haber una limpiadora que no sale de allí en todo el día, no como en España que limpian a cierta horas. Aquí en los baños públicos de los centros comerciales, estaciones y aeropuertos siempre hay gente limpiando. Otra cosa es en los restaurantes, que hay de todo.

Así que ya sabéis chicas, a China se viene con muchos Kleenex y con las prácticas de puntería hechas de casa, pues todas sabemos lo que ocurre si no aciertas en el agujero, que te salpicas los bajos del pantalón.

Conclusión: Sitios públicos estatales (estaciones, aeropuertos…) agujero y sin papel, excepto minusválidos. Sitios públicos privados grandes (centros comerciales) sin papel. Sitios públicos privados pequeños, como restaurantes y demás, depende, aunque lo normal es que tengan de todo.

Un último detalle, en los restaurantes japoneses utilizan el retrete de los chorritos de agua, es decir, adosado al mismo en un lateral sobresale un panel de mandos con un montón de botones, para que al acabar y si lo deseas, salen disparados chorros de agua en distintas direcciones hacia las partes íntimas del sujeto, los botones son para elegir la dirección del chorro y al acabar sale aire caliente. Como un auto lavado de coches. Yo jamás lo he utilizado, porque me parece una guarrería que salga agua de un chorro donde otro ha meado, y como además, si hay papel, prefiero el método tradicional. La torre SWFC, la más alta de Shanghái, como es japonesa tiene estos retretes por todos lados y tengo una amiga que tiene alquilado su piso a unos japoneses y también los tiene en su casa, aunque los desconectó el primer día.

Pues hasta aquí el tema de hoy, y menudo tema. A mi ojalá alguien me hubiese avisado del famoso agujero, porque la primera vez fue un shock. No es un tema para el premio planeta, pero qué util. Aquí os dejo unas fotos para que os hagais una idea, como veis hasta al baño llevo la cámara, nunca se sabe.

Esta primera es de la estación del tren.

Esta del aeropuerto

Y este es el famoso retrete con mando japonés.

lunes, 4 de abril de 2011

BEIJING II

Continúo dónde lo dejamos al salir del palacio de verano.
Luego de un poco de descanso en el hotel, fuimos a cenar, eso sí en taxi, el tío no nos puso ninguna pega y cuando llegamos al restaurante, el muy estafador nos cobra 30 yuanes, a ojo claro porque no había bajado la bandera, y seguramente era más del doble del precio normal, porque en Pekín el taxi es más barato que en Shanghái, aquí la bajada de bandera son 12 yuanes y en Pekín son 10. En Shanghái por 30 yuanes te recorres más de media ciudad y el restaurante estaba bastante cerca. La verdad, no es por el dinero, pues 30 yuanes son 3 euros, pero que te tomen el pelo, sienta fatal.

Fuimos a cenar lo típico de Pekín, el “hot pot” ya os he hablado de él, te sirven en la mesa una especie de fondue con agua (en lugar de aceite) con unas hierbas y ajos y tú eliges la comida que quieras y la vas metiendo y comiendo a medida que se va cocinando, aquí los pots eran individuales, mejor porque yo soy más de pescado y Alejandro más de carne. No está mal pero donde esté nuestro cocido…

(En la foto los pots con las salsas y en la de abajo algunas de las cosas que pedimos, los tubitos son lonchas de carne cortada como embutido y lo ponen en rollitos, yo pedí langostinos, y lo otro son los vegetales, verdura y setas)





De vuelta al hotel, la tortura de los taxis otra vez, no paraba ninguno, nos paró un coche normal, evidentemente ilegal y nos dice que nos lleva por 30 yuanes por barba, el doble que a la ida, que ya había sido una estafa y para rematar la faena aparece en ese momento un tuc-tuc que nos lleva a los dos por 30 yuanes. Yo muerta de la risa, porque o te lo tomas con humor o te da algo. Al final fuimos en el tuc-tuc pues no nos íbamos a quedar allí toda la noche.
(Foto del tuc-tuc)





Al día siguiente rumbo a la Ciudad Prohibida, por supuesto en metro para no calentar los ánimos tan de mañana. Llegamos y debía de haber 200 excursiones de chinos agrupados por colores de gorra allí fuera, cada grupo alrededor de un tío con banderita, que es su guía. Hicimos de tripas corazón y nos adentramos en el monumento. Una vez en el patio de entrada, en el que caben varios campos de fútbol, habría 500 excursiones más, también agrupadas por colores, más los que no éramos de ninguna excursión, que éramos minoría. Total, ciento y la madre.
Llegamos a las taquillas y después de 40 minutos de cola y ya con las entradas en la mano nos adentramos en la marabunta de chinos y como allá donde fueres haz lo que vieres, pues a empujón limpio conseguimos entrar en el palacio.

(En la foto el lugar previo a los empujones, en el sitio de los empujones guardé la cámara y saqué los codos)

(A partir de ahora son las fotos del interior del monumento, es sencillamente impresionante)

Esta vez desembocas en un patio mucho más grande que el anterior y realmente espectacular, esta gente no tenía medida, no se para que querían tanto espacio.
Y así toda la parte exterior, una sucesión de patios y edificios por todos lados, que habían sido la parte pública del palacio, hasta llegar a la parte del patio interior que era la parte privada del emperador y su familia.

Como el número nueve era el favorito de los emperadores, el palacio tiene 9.999 habitaciones, por supuesto sólo vimos una pequeña parte, pero para mí suficiente, porque después de la décima ya son todas iguales y francamente te cansas de tanto empujar. Porque muchas estancias están protegidas con cristales y los chinos no son como nosotros, a empujón limpio es cómo puedes ver algo.













De vuelta al hotel, en taxi y sin incidencias (los milagros existen) decidimos pasar por el mercado de la seda, que es el Fake market de Pekín, es muy similar al de Shanghai , pero con muchos más turistas, de hecho fuera debían haber 20 autobuses. Si acaso tiene más ropa que el de aquí, pero el resto es igual, te ven y dicen “mila, mila”, eso sí, armados con su calculadora, por si las moscas. Sólo compramos un par de polos para los niños y de vuelta al hotel a por las maletas para ir al aeropuerto. (Foto del mercado con los buses fuera)

Fuera, aparte de los autobuses, había dos taxis, el primero directamente nos dice que no nos lleva (el hotel estaba a 1 Km, como mucho) y el segundo que nos cobra 40 por barba, o sea 80. Intentamos negociar y le decimos que si nos lleva al hotel, luego puede llevarnos al aeropuerto y con todo el descaro dice que si, pero que son 100 más por cada uno sea, 200 más, total 240. Un taxi normal al aeropuerto no llega ni a 100 yuanes y al hotel 10. Después de un tira y afloja conseguimos que nos lleve al hotel por 50, pero al aeropuerto ni de coña. En el hotel nos llamaron a un taxi y llegamos al aeropuerto pagando lo correcto.

En mi vida me había pasado algo así, bueno si, en Estambul si y varias veces pero nunca en el mismo viaje tantas veces, los taxistas turcos son unos estafadores pero no se niegan a llevarte y pretenden estafarte al final, no desde el principio. Además en Estambul ya sabemos el truco, no coger nunca un taxi en una parada, están a la caza del turista, siempre pararlos andando. Aunque eso sí, allí te juegas la vida siempre, conducen peor que aquí.
Estas son algunas fotos de la ciudad prohibida, de verdad impresionante.
En todos los aleros del palacio unas figuras en número impar lo protejen de la lluvia, aqui son nueve, el número del empeador.