La verdad es que nunca me había parado a pensar de lo importante que es la sal (si sal, el cloruro sódico de toda la vida) en las catástrofes naturales y no naturales, pero por lo visto es fundamental.
Ya os he hablado algo de las famosas nevadas inglesas, cuando vivíamos allí, que nos obligaron a permanecer encerrados en casa y paralizaron al país entero, de una manera absolutamente incomprensible para un país tan desarrollado como Gran Bretaña.
Lo que no os he contado es que cuando ocurrió la primera gran nevada, casualmente, en casa nos quedamos sin sal para cocinar. En esos días el único que salía de casa era Alejandro para hacer excursiones al súper, porque mi coche estaba totalmente atrapado por la nieve en la parte delantera de la casa y allí las máquinas quitanieves no pasaban, al igual que en el 80% de las zonas residenciales, las máquinas sólo pasan por las carreteras principales, el porqué, no lo sé y tampoco hay quitanieves a domicilio, así que te obligan a permanecer en casa.
Pues bien, en toda esa crisis nos fue imposible encontrar sal porque en los supermercados estaba totalmente agotada, lo solucioné con un paquete de sal Maldon que tenía por casa, la machacaba un poco y listo.
Nosotros flipábamos, porque con la cantidad de nieve que había en la puerta de casa era imposible que con un paquetito de sal la pudieses derretir, pero los ingleses no pensaban igual y arramblaron con todas las existencias.
Luego nos enteramos que las cadenas para los coches están prohibidas en Inglaterra, porque estropean las carreteras, eso lo supimos cuando las quisimos comprar para sacar mi coche de delante y llevarlo a la parte de atrás de casa, desde dónde se accedía a la carretera principal. Pese a todo las compramos por internet en el único sitio donde las vendían cerca de casa (en un pueblo de al lado) y sólo las usamos esa vez. Así al cabo de 10 días de encierro, yo ya podía moverme por ahí.
También nos enteramos de que está absolutamente prohibido sacar con una pala la nieve de delante de casa, como hacen los americanos, porque al quedar el suelo mojado, se congela y es muy resbaladizo y si un vecino se cae, se te cae el pelo.
Así que la única solución es la sal, y por eso los ingleses la compraban por arrobas, no como la tonta de mi vecina que era hindú y echaba agua caliente, dejando aquello como una pista de patinaje, no nos matamos de milagro.
Y a qué viene todo esto, pues que aquí en Shanghái, en plena crisis radiactiva los chinos también hacen acopio de sal, para la nieve no es, seguro, pero el caso es que está agotada en todos los supermercados, y en los que la hay, sólo venden 10 paquetes por persona máximo. La sal yodada, que sumado a que han acabado con todo el yodo de la ciudad, incluido el de desinfectar las heridas acabará provocando más intoxicaciones que la radiación, al tiempo. Están como auténticas cabras.
A mí de todo esto de la sal me informó una amiga, pero hasta mi hijo el mayor me preguntó si teníamos sal, porque a él también se lo comentaron los amigos.
Nosotros de momento no tenemos problemas, pues sal para cocinar, de momento tenemos, pero lo que si tengo claro es que cuando me vuelva a mudar de ciudad, lo primero que compro al llegar es mi provisión de sal, con cinco kilitos para empezar creo que bastará. A saber para qué otras crisis será necesaria.
Por eso a los soldados romanos les pagaban con sacos de sal (de ahí, salario): si venía un enemigo con echarle sal a los ojos, lo tenías un rato entretenido.
ResponderEliminarEntonces, según lo que cuentas, lo mejor para sal-ir de la crisis, es sal?