jueves, 14 de julio de 2011

VISITANDO CHINA (II)

Continúo donde lo habíamos dejado, en la plaza de Tian´anmen cuando nos dirigíamos a comer, por cierto una comida sin sorpresas. Después de comer paseando por una zona peatonal, al sur de la plaza, nos encontramos con una escena curiosa, recordáis el post de los pañales de los niños chinos, o mejor dicho la ausencia de ellos, que en lugar de usar pañal tienen una abertura en el pantalón y lo único que tienen que hacer es agacharse, pues bien, en un viaje anterior a Beijing estábamos comiendo en un restaurante y en la mesa de al lado había un matrimonio con un niño pequeño que en un momento dado se levantó con la madre de la mesa y salieron a la calle. Allí en la misma puerta del restaurante el niño se agachó y la madre le
colocó debajo una bolsa de plástico para que la criatura defecara dentro, y cuando terminó la madre la ató y la dejó allí en la calle en un rincón (yo pensé que era un poco guarra por no tirarla a la papelera y más aún por no llevar el niño al baño para semejante operación). Pues en esta ocasión la escena se repite en plena calle sin bolsa y con el niño en cuestión un poco diarreico. Mis amigos totalmente ojipláticos y mi hijo y sus niños muertos de la risa.

El templo del cielo también les gustó mucho, y como era bastante temprano no pasamos demasiado calor. Como yo ya lo conocía lo más interesante para mí estaba fuera del recinto, en el parque que está a la entrada. Grupos de señoras bailando una especie de aerobic chino, con una media de edad de unos 80 años, o grupos de Tai Chi con abanicos o un grupo de Chi Kung, todos vestidos con una especie de pijama de seda blanco, practicando sus artes.



En el palacio de verano, nada más bajar del barco te acosan vendiendo cosas a derecha y a izquierda, bolsos, relojes,….el caso es que unos tenían unos bolsos con muy buena pinta que ofrecían a 150 yuanes y acabaron vendiéndolos a 50 (unos 5 euros) mi amiga Carmen decidió comprar uno y cuando buscaba el dinero, la que se lo vendía insistía en que le pagase con un billete de 100 y así darle 50 de vuelta que ya tenía preparada. Ahí estaba la trampa, los billetes de la vuelta no es que fueran falsos, es que eran rupias indias!!, pretendía endosarle dos billetes de 20 rupias y uno de 10 yuanes (total 50), el de 20 rupias tiene el mismo color que el billete de 20 yuanes chino y aproximadamente el mismo tamaño. Ella no se hubiese dado cuenta de nada, pero como yo me los conozco tan bien como los euros, enseguida vi la trampa y pagó con uno de 50 y así no había vuelta. 20 rupias indias equivalen a menos de tres yuanes y a unos 30 céntimos de euro. La tía te vendía el bolso por 50 y se endosaba 84 yuanes!!. De hecho nos encontramos unos españoles esa noche, y a ellos sí se los habían endosado y no sabían dónde.

A todo esto, mientras Carmen negociaba sus 50 yuanes del bolso con la china, a mí se me acerca uno y en bajito me ofrece el mismo bolso por 40 yuanes (4 euros), por supuesto lo compré y como ya me conocía la jugadita, le pagué el dinero justo, aunque pretendía lo mismo que la otra, pero se creía más listo, me da de vuelta 3 billetes de los chungos de 20 rupias y al final le saca más ganancia que la otra vendiendo el bolso más barato.

Conclusión, nos llevamos dos bolsos monísimos por 9 euros y les estropeamos el negocio. Luego compramos algún que otro reloj, malos, pero muy aparentes y como creen que te la van a meter con el cambio, pagamos todo en cantidad justa. Ellos se quedaron con un palmo de narices y nosotras encantadas.

Para no andar dependiendo de dos taxis todo el rato, con lo ladrones y estafadores que son los taxistas en Beijing, alquilamos un coche grande de siete plazas, con chófer los tres días que estuvimos allí. La primera noche decidimos ir a cenar pato laqueado, una especialidad pekinesa muy famosa y que ellos querían probar. A Alejandro en su oficina le recomendaron un par de sitios y como uno era muy difícil de encontrar, fuimos al otro, que el chófer debía conocer porque nos llevó directos. Al ser un grupo grande, nos metieron en un reservado y cuál es nuestra sorpresa que el chófer se nos apunta, se sienta a la mesa y hala! A cenar con la familia y nadie lo había invitado. La verdad es que fue muy correcto cenando (nada de mascar con la boca abierta, ni sorber), no hizo ninguna guarrada e incluso nos dijo cómo comer el pato y cuando terminó se marchó. Ese día pedimos para probar medusa (asquerosa) aunque a Ángel, Carmen y mi marido les gustó. Ajjjjj.

Otra noche fuimos al mercado de comida nocturno y ellos, los cuatro (incluidos sus hijos) probaron los escorpiones fritos, que según decían saben a puntillas, nosotros no. Con el resto de insectos ni lo intentamos.

La excursión a la muralla les encantó, casi no había gente, porque el tramo al que fuimos, Mutianyu es menos turístico que Badaling, aunque nos metieron un clavo con la comida importante, pagamos 40 euros!!, lo mismo que en Beijing en la cena del pato laqueado, y en esa cena, la mitad de la factura era el pato. Subimos en telesilla y bajamos en tobogán, toda una experiencia, como ya os expliqué en otro post.





En el mercado de la seda, que es el Fake de allí, perdimos todos el norte, yo que no tenía intención de comprar casi nada, pues sólo llevábamos maletas pequeñas y compré 5 bolsos!! Que con el del palacio de verano son seis, mi hijo tres pares de zapatos, camisetas,.. ; Ángel con pantalones, camisas,..; Carmen con otros cinco bolsos….. Su hijo calzado como el mío… Incluso la pequeña María hizo el agosto comprando en un puesto lleno de cosas de Hello Kitty. Volvimos como burros y aún nos quedaba el viaje a Guilin antes de venir a casa, con las maletas tipo tetris, todo encajado.

El viaje a Guilin fue impresionante, llegamos a las doce de la noche, pero esta vez cenados y al día siguiente con un chófer y una guía nos fuimos de excursión a Longsheng para ver las terrazas de arroz de Long ji.
Se encuentran en lo alto de una montaña a la que subimos primero con nuestro chófer y a mitad de camino nos juntan a todas las excursiones y nos suben en otros autobuses. En esta zona viven varias minorías étnicas y al llegar las mujeres ataviadas con sus trajes típicos te acosan para que les compres pulseras y pendientes, pero acoso, acoso, como le compres a una la has liado; Carmen y yo nos fuimos con un montón de pulseras. La subida a las terrazas en el último tramo se hace a pie por una escalera y hay que subir durante una hora, más o menos. Yo pasé y decidí quedarme en el pueblecito viendo tiendas, comí en un restaurante un arroz frito que estaba buenísimo y cuando bajaron ya me había hecho amiga de Zhang, una viejecita encantadora de la etnia Yao que bordaba un gorro de fiesta y vendía vegetales secos, como guindillas, limones y no sé qué más.Zhang es la segunda.


Esa noche en Guilin recorrimos los distintos lagos de la ciudad en barco, una excursión muy entretenida, pues los lagos están separados por puentes que son reproducciones en pequeño de puentes famosos, como el Golden Gate. Te muestran la pesca con cormoranes.... y allí nos dimos cuenta de que nuestra guía hablaba el español fatal, porque había allí otra con un grupo de españoles que lo hablaba perfectamente.




Al día siguiente hicimos un crucero de varias horas por el río Li atravesando los montes Kársticos que fue alucinante, uno de los paisajes más bonitos que he visto en mi vida. Éramos los únicos occidentales del barco, pero no los únicos que hablábamos español, pues también viajaba el cónsul chino en México, que además lo había sido de Colombia, Chile y Venezuela y hablaba perfectamente nuestro idioma. El paisaje que aparece en el billete de 20 yuanes está allí.




Directos al aeropuerto y a casita. Una vez en Shanghái decidimos volver desde el aeropuerto de Pudong en el Maglev, el único tren del mundo de pasajeros que circula por levitación magnética y es capaz de circular a más de 400 Km por hora, aunque el nuestro iba a poco más de 300. Eso sí los treinta y tantos kilómetros los recorrimos en menos de 10 minutos.



El último día lo dedicamos a las últimas compras y sólo deciros que vinieron con cuatro maletas de mano y una grande facturada casi vacía, y se volvieron con tres facturadas, aparte de las de mano, y todas a reventar.

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