Esta semana, el mismo día que en España los estudiantes empezaban la selectividad, casi diez millones de chinos se presentaban al gaokao , como se conoce en China al examen de acceso a la universidad. El gaokao se parece mucho a la selectividad española, aunque su importancia para los jóvenes en un país tan poblado como China, no es comparable, ni de lejos, con la situación en España.
Los días previos, durante y después del gaokao, la noticia más importante en todos los medios de comunicación es el examen. Los contenidos de las pruebas se convierten cada año en un tema de debate entre expertos y académicos.
En ciudades grandes como Shanghái o Pekín, se toman medidas excepcionales, como cortar el tráfico de las calles cercanas al examen para facilitar el acceso de los estudiantes y evitar ruidos, se prohíben las obras, incluso por la noche para que no afecten al descanso de los examinados, patrullas de policías vigilan los alrededores prohibiendo el toque del claxon en los coches (con lo que les gusta), así como intentando localizar a posibles tramposos con equipos de escucha. Se insta a las compañías eléctricas para que se aseguren que no habrá cortes de electricidad, sobre todo durante la prueba de comprensión oral de inglés. Y la policía está alerta por si algún estudiante pilla un atasco y han de escoltarlo hasta el examen (igualito que en España).
Los padres piden permiso en los trabajos para acompañar a sus hijos en estos días. Los hoteles en Shanghái están abarrotados, hace meses que la plazas hoteleras de los hoteles cercanos a los centros de examen están agotadas, y no sólo por gente de fuera, sino por gente que vive en la ciudad y quieren asegurarse, en algunos casos, no tener contratiempos para llegar al examen y la gran mayoría de los padres lo hacen para que sus hijos tengan un entorno tranquilo esos días. Llevan incluso hornillos a los hoteles para prepararle a sus hijos, comida casera y adecuada, siguiendo las recomendaciones de los expertos, como sopas hechas de asta de ciervo y pepino de mar son particularmente apreciados (qué guarrada, para ponerse malo, si le dieran un bocata de jamón..). Otros padres pagan por sesiones con botellas de oxígeno, o masaje relajante y tratamiento de acupuntura. A las chicas incluso se las medica para que en esos días no menstrúen (paranoia total). Yo solo imaginarme a mi madre con el hornillo en la habitación del hotel y el asta de ciervo, prefiero suspender.
En cierto sentido, el gaokao recuerda a los exámenes imperiales que funcionaron de forma intermitente durante 1.300 años en China. En los dos o tres días que duraban estos exámenes se seleccionaba a las personas de todo el país que estaban capacitadas para trabajar en el Gobierno. A pesar de que los ricos contaban con más posibilidades y las mujeres estaban excluidas, era una forma de dar oportunidades a los más pobres y de seleccionar a los funcionarios según sus capacidades.
Y es que depende de las regiones y de las universidades, hay regiones en las que accederán a la universidad uno de cada dos, pero en otras llega a uno de cada cuatro, por eso el gaokao se conoce como “la batalla por determinar tu futuro” y es seguramente el mayor examen del mundo y donde se decide la vida de más millones de personas.
El gaokao es un examen nacional, casi idéntico para todos los estudiantes y donde la nota final es la única variante a tener en cuenta para entrar en la universidad. De todos los aspectos más desiguales del gaokao, el más importante es el regional.
Los locales tienen preferencia para entrar en las universidades de su propia provincia, con lo que aquellos que viven en Pekín y en Shanghai, donde se encuentran los mejores centros educativos, son los más privilegiados del sistema
El corte de acceso se organiza por provincia o región autónoma, de tal forma que los estudiantes regiones tengan más posibilidades que otros, aunque sus notas sean iguales. Depende del número de plazas de cada región, y de lo poblada que esté. Por ejemplo, en el Tíbet y Xinjiang el gaokao es más fácil que en el resto del país. Y hay gente que llega a mudarse.
También hay algunos casos excepcionales que pueden dar puntos extra, entre ellos formar parte de una minoría étnica, ser un deportista de alto nivel o dominar un instrumento de música.
En muchos institutos de China, sobre todo en el último año, no existen ni sábados ni domingos. Los estudiantes asisten a la escuela todos los días de la semana y cuando tienen algún día libre sus padres les suelen apuntar a clases de inglés, caligrafía o música.
La presión en los chicos es tan grande que los suicidios, al igual que en otros países asiáticos como Japón o Corea del Sur, están a la orden del día. El periódico Juventud China recogía en 2008 un estudio que afirmaba que la principal causa de muerte entre los jóvenes de 15 y 34 años en China era el suicidio, que copaba el 18% de las muertes. En Shenyang, en el noreste del país, un estudiante saltó de un cuarto piso después del primer día de gaokao en junio de 2009. El motivo fue que “no había hecho un buen examen”.
La sociedad china ha cambiado tanto en las últimas décadas que la competitividad y el capitalismo son dos de las características más evidentes de la China del siglo XXI. Con más de 1.300 millones de habitantes, la competitividad es feroz en un país donde prosperar y ganar dinero se ha convertido en la prioridad número uno de los jóvenes. Sólo unos pocos cientos dentro de tantos millones pueden entrar en las universidades de élite. Hay que ser mejor que los demás.
Parte de la información pertenece al libro “Universitario en China", escrito por Daniel Méndez.
Fotos de autobuses llevando a los estudiantes, o los padres esperando a la puerta del exámen y al finalizar los exámenes, la alegría de los estudiantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario