domingo, 8 de mayo de 2011

Xiao Mi (pequeño secreto)

Históricamente el concubinato (lo que nosotros llamamos “la otra”) era una costumbre plenamente aceptada en China, así como lo era en Roma o Grecia, aunque existía una distinción entre la mujer legítima y la ilegítima, y casi nunca pertenecían al mismo rango social, por eso a las concubinas se les llamaba mujeres en segundo término o mujeres pequeñas, siendo las mujeres legítimas, las mujeres grandes.

Hasta que llegó Mao en 1949 y condenó el concubinato como “burgués” acabando con él e imponiendo unas normas morales muy estrictas en las relaciones entre distintos sexos. Aunque según algún biógrafo, el propio Mao Zedong creó su propio servicio de amantes imperiales en el cuerpo de bailarinas del Ejército de Liberación Popular, según la biografía “Mao: La historia desconocida” (Jung Chang y Jon Halliday, 2005).

Después de décadas de castidad comunista y considerarla una perversión burguesa, la milenaria tradición del concubinato vive un renacimiento en la China capitalista como señal de estatus monetario, pero también de corrupción y conflictos legales, y las amantes están a la orden del día y exigen sus derechos.

Con la apertura económica, China es escenario de una curiosa proliferación de “residencias de concubinas” en ciudades boyantes como Shenzhen, Dongguan, Chengdu y Shanghai, donde las “xiao mi” (“pequeño secreto”) ejercen como relacionistas públicas o secretarias.

La afición por las amantes salpica a funcionarios como el “héroe anticorrupción”, Huang Jiang, procesado por desfalco en Fujian tras mantener varias amantes; o Xiao Hongbo, directivo del Banco de la Construcción de China en Dazhou, ejecutado en 2004 por malversar fondos para mantener a ocho concubinas (qué vicio, no le llegaba una, es que no hay sueldo que llegue).

Famosa en los círculos de poder es Li Wei, una concubina que amasó una fortuna supuestamente a cambio de favores sexuales a una quincena de altos cargos de la élite comunista, que hoy se encuentran entre rejas o han sido ejecutados por el testimonio de la propia Li, quien no dudó en exponerlos y en entregarse para conseguir una pena indulgente. Pero de ello ya hablaré más adelante en otro post sobre la corrupción (si no me pilla la censura).

La relación no consiste sólo en compañía y sexo, sino que implica en muchos casos un traspaso de bienes, lo que está produciendo un incremento de litigios, pues según las leyes chinas, los bienes adquiridos durante el matrimonio son propiedad de ambos miembros de la pareja; pero la mayoría de denuncias conocidas van destinadas a la amante y ha habido casos de invalidez en las donaciones hechas a las amantes por las denuncias interpuestas por las esposas.

Pero los tiempos cambian, las amantes están a la orden del día y exigen sus derechos. Están hartas de su confinamiento en las sombras. Denuncian la hipocresía de un país que las utiliza y luego reniega de ellas. Por eso, el nutrido grupo de las amantes chinas ha dicho basta. Y lo ha hecho de forma contundente: creando asociaciones y páginas web como “xeixe.com”, un foro de pago en el que cuentan sus historias, intercambian experiencias e información sobre su situación económica o sobre los regalos que reciben, y reivindican sus derechos.

La Alianza para la Protección de los Derechos de las Amantes de China (supongo que en siglas será APDAC) busca combatir su imagen negativa y dotar de estatus legal a su situación (manda narices, querrán hasta Seguridad Social). El dinero que reciben de los hombres que las mantienen, generalmente empresarios y dirigentes políticos pudientes, ya no es suficiente, dicen. «No queremos poner en tela de juicio la moral china, pero consideramos que, como seres humanos, tenemos unos derechos que se tienen que respetar», declaró un periódico de Shanghai la promotora de esta asociación, una joven de 23 años .

Incluso han establecido un día, el 3 de marzo, para celebrar algo así como 'el día de la amante'. Porque, aunque la llegada del comunismo en 1949 supuso la ilegalización del concubinato por ser considerada una práctica «propia del feudalismo» -en Hong Kong, ex colonia británica, no se eliminó hasta 1971-, lo cierto es que su número va en aumento junto al crecimiento económico del país.

La respuesta de las esposas despechadas no ha tardado en llegar. Además de intentar cerrar los foros en Internet, han decidido agruparse para contraatacar con fiereza. «Estas mujeres dañan la reputación del país y la institución del matrimonio», replica Zhang Yufen, una mujer de 54 años que cuando participa en foros adopta el sobrenombre de 'Asesina de Amantes' (no son la monda?).

La sangre no llega al río, pero Zhang reconoce que ha llegado incluso a desnudar a una amante en público «para ponerla en evidencia». Ahora se muestra más cuidadosa con sus investigaciones, que han conseguido llevar a los tribunales a once hombres que mantenían relaciones extramaritales. Aunque dice que trata de no quebrantar la ley, Zhang asegura que, gracias al chantaje que hace a un centenar de hombres de cuya infidelidad tiene pruebas físicas, éstos han decidido abandonar a sus amantes y concentrarse únicamente en sus esposas.

Sucedió en un evento, teóricamente de corte festivo, celebrado en Shanghai y en el que ambos bandos se vieron las caras. Los trapos sucios comenzaron a salir cuando una de las esposas manifestó su inquebrantable lealtad hacia su marido, un hecho que provocó sonoras carcajadas entre las amantes. A partir de aquí la tensión escaló hasta rozar la violencia física. Al final, amantes y esposas sólo se pusieron de acuerdo en un punto: los responsables no son ni unas ni otras, sino los hombres.

En este país ya no me asombro de nada.

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