martes, 31 de mayo de 2011

HANGZHOU

El fin de semana pasado hemos ido a visitar la ciudad de Hangzhou, que al igual que Suzhou, es una de las ciudades que están cerca de Shanghái, a 40 minutos en tren.
Hangzhou es una ciudad muy antigua, tiene 2,100 años, y durante más de doscientos treinta años fue capital de los reinos Wu y Yue y de la dinastía Song del Sur, y figura en la lista de las seis grandes antiguas capitales de China.

La ciudad era conocida en la época medieval como un paraíso terrenal, cuando fue la capital durante la dinastía Song. Marco Polo la visitó y dijo de ella que era “la ciudad del cielo, la más suntuosa y elegante del mundo”. Después que los manchúes establecieron la capital en Pekín, se convirtió en un importante centro comercial, gracias a que en ella finaliza el gran canal, una gran vía de agua de 1.800 Km, que comunica Pekín con Hangzhou, y que comenzó a construirse durante la dinastía Sui.

El mayor interés turístico de Hangzhou, es el Lago Oeste (Xi Hu), llamado así porque se encuentra al oeste de la ciudad, una maravilla paisajística y uno de los lugares más visitados de China, aunque nosotros no tuvimos mucha suerte, porque el día no era muy bueno, pero aun así mereció mucho la pena . Está rodeado de colinas y parques llenos de sauces y flores de loto, tiene varias islitas en su interior y dos diques, el Dique Bai y el Dique Su, que dividen el lago en cinco partes: la Laguna Exterior, la Laguna Interior, la Laguna Yuehu, la Laguna Interior del Oeste y la Laguna Menor del Sur. Hay incluso un jardín hecho para observar peces.

Otra atracción turística es la Pagoda de las Seis Armonías, se construyó en el año 970, y es lo único que queda del templo que aquí había, debido a su altura y que está junto al río Qiantang se utilizó como faro durante la dinastía Ming. La construcción original era de madera y tenía 120 metros de altura y nueve pisos, pero se destruyó en gran parte debido a una guerra civil. La pagoda de ladrillo actual se reconstruyó en 1153 durante la dinastía Song del Sur, y cuenta con siete pisos interiores y trece aleros exteriores. Cada piso tiene cuatro ventanas orientadas a los cuatro puntos cardinales, y la altura es ahora de casi 60 m.

Los cuatro puntos cardinales, el cielo y la tierra constituyen los seis elementos armónicos según la concepción estética de los chinos antiguos, por lo que la pagoda obtuvo el nombre de las seis armonías. En las paredes de la construcción hay figuras talladas de divinidades budistas, animales, pájaros y flores. Debido a su larga historia y a la armonía estructural, la pagoda figura entre las más famosas de China.

La zona montañosa de Feilai Feng (el pico que voló hasta aquí) se llama así porque un monje hindú, Hui Li, quien le dio el curioso nombre, pensó que la montaña era calcada a una de la India y se preguntó si habría volado hasta el lugar.

El sitio es muy bonito y famoso por las esculturas budistas talladas en las paredes de roca. Dentro del parque se encuentra, además, el templo budista de Lingyin Si, uno de los más antiguos de China que llegó a albergar a 3.000 monjes en más de 70 pabellones, aunque actualmente ha reducido su tamaño, es todavía uno de los más grandes de China.


FOTO: Como siempre colocón de incienso, pero el de este templo debía de ser de muy mala calidad, porque menudas fogatas que se formaban, algun chino debió perder las cejas)

Hangzhou tiene además una gran tradición en la producción de té, por eso está rodeado de cientos de hectáreas de plantaciones de té, casi todas en bancales. Visitamos una fábrica de té y fue muy interesante. Aunque en lo que me queda de vida, jamás podré olvidar los baños de ese sitio, por supuesto sin retretes, olor indescriptible y casi ningún cubículo tenía puerta, he visto meando a más chinas de las que nunca me hubiera imaginado y las paredes entre cubículos llegaba a la altura del pecho, nos veíamos todas. Un horror.(FOTO: Las plantaciones de té)


En esta excursión decidimos ir un poco a la aventura, sin guía, por nuestra cuenta. Como Hangzhou es una ciudad grande pensábamos subir en uno de esos buses turísticos que te llevan a los sitios de interés y que puedes subir y bajar donde quieras. Cuando llegamos a la estación al bajar del tren nos vimos rodeados por docenas de chinos ofreciéndonos excursiones, Alejandro dijo que porqué no y decidimos negociar una excursión con una señora, que no hablaba nada de inglés, pero que se trajo una colega que lo chapurreaba y acordamos apuntarnos a su excursión por 500 yuanes (50 euros) los cuatro. La excursión era desde las 10 de la mañana hasta la 5 de la tarde, con entradas incluidas y paseo en barco, vamos una ganga, y allí nos fuimos con ella.

Subimos a un autobús lleno de chinos hasta la bandera, completamente pasmados de que unos occidentales fuesen en su excursión, y como siempre, no se cortan ni un pelo te miran de arriba abajo señalándote e incluso alguno hizo alguna foto. Como nuestra guia no sabía ni decir “yes” en inglés, al llegar al lago nos metió en otra excusión, también de chinos, donde la guía si hablaba inglés, vamos que decía “yes” y poco más. A esta chica, no sé lo que le pagarán de sueldo, pero seguro que merece, no el doble, sino el triple por lo menos. Nada más empezar, pasando lista, tardamos 45 minutos, porque como los chinos tienen muchos el mismo apellido, al ir nombrando contestaban de tres en tres o de cuatro en cuatro, y había que clasificarlos por ciudades de procedencia, la pobre se volvía loca, y encima faltaban dos chinas que llegaron paseando comiéndose un helado.

Cuando conseguimos ponernos en marcha, ya os podéis imaginar, la sensación éramos nosotros y todos queriendo ir cerca de nosotros, excepto cuando nos acercábamos al barco, o entrábamos en algún sitio, ahí empezaba la ley de los codazos para coger los mejores sitios.

Hemos decidido, por unanimidad familiar, que nunca más, de visita o excursión, con guía en coche particular, y no es que sea mala gente, pero eso de verlos escupiendo hasta en el autobús (lo juro, una señora detrás de nosotros), a mí me revuelve el estómago.

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