lunes, 31 de enero de 2011

CASARSE EN CHINA

El matrimonio en China es desde tiempos inmemoriales, algo cargado de costumbre y tradición. Pero con el paso de los años y la consiguiente modernización del país las cosas van cambiando, pareciéndose cada día más al matrimonio occidental, aunque conservando muchas de sus tradiciones, bien es cierto que los matrimonios concertados se prohibieron hace muchos años, y el pago de la dote, es ahora algo simbólico.



Dado que en China existen importantes diferencias entre las zonas urbanas y las rurales, y entre las distintas regiones, los matrimonios chinos presentan características diferentes. En las ciudades, el progreso económico y cultural tiende a aproximarse al de los países desarrollados, es decir, la vida laboral y la emancipación de la mujer, unido a las conservadoras costumbres sociales, que ven con malos ojos salir de noche, les dificulta conocer a gente de su edad. De hecho, las agencias matrimoniales y de citas por internet registran un “boom” espectacular, unos 130 millones de internautas hacen uso de los servicios matrimoniales, y se ha producido un retraso en la edad media de las mujeres chinas para contraer matrimonio hasta los 24 años, cuando la barrera psicológica para el matrimonio no debe rebasar los 26 años!! (Igualito que en España)
Esto ha provocado un fenómeno muy curioso, cientos de padres, normalmente jubilados, acuden desde hace tres años, cuando el Ayuntamiento les concedió el permiso, a los parques Zhongsan y Yuyuantan de Pekín todos los jueves y domingos a partir de las 14.00 h con el currículum de sus hijos colgado al cuello y una foto entre las manos, no para buscarles trabajo, sino matrimonio. Lo hacen para poder dar continuidad a su sangre y apellido, y de paso, asegurarse quien les sustente y cuide en país donde la mayor parte de los ciudadanos no tiene pensión. Los padres observan preocupados cómo sus hijos no muestran ninguna prisa en encontrar pareja y continuar con la estirpe, antiguamente la forma más adecuada de honrar a los ancestros. Según la tradición, el patriarca controlaba desde la economía familiar al matrimonio de los hijos. Las bodas eran contratos concertados por las familias. El noviazgo era inapropiado y el amor, innecesario. Para la mujer, el matrimonio era una forma de poder garantizar su subsistencia una vez que sus padres hubieran muerto. Además, al casarse debía trasladarse a la residencia del marido. De este modo, se separaba de su familia de origen para formar parte de la de su esposo, y su existencia se restringía a las tareas del hogar. Las madres ahora buscan para sus hijas un marido bueno, responsable y que se preocupe por sus progenitores. Este encuentro de padres casamenteros se repite en las principales ciudades del país.


Las mujeres cultas y económicamente independientes y los hombres con pocos ingresos y escasa educación son básicamente los dos grupos de población soltera. Cuanto más educada y rica sea una china –lo que para nosotros podría ser un buen partido–, mayores dificultades tendrá para encontrar marido, porque los hombres allí difícilmente aceptan a una mujer con un nivel educativo o económico superior a ellos. En la universidad es frecuente escuchar un chiste que indica la existencia de tres tipos de personas: los hombres, las mujeres y las mujeres con doctorado. Éstas últimas cuentan con escasísimas probabilidades de casarse.
Una vez que una pareja decide casase empieza un largo proceso que empieza con la entrada en acción de un intermediario entre las familias, que se encarga de todos los trámites de la pedida de mano. Tras llevar regalos a los padres de la novia, de parte de los del novio (antigua dote), y obtener los datos sobre el nacimiento de la joven, les transmite a éstos últimos la información para su estudio. Un experto decide si, astrológicamente hablando, la unión es próspera y viable, y en caso afirmativo los padres del novio dan el visto bueno y facilitan los detalles sobre el nacimiento de su hijo, a fin de que sus consuegros lleven a cabo una idéntica comparación astral. Solventado el primer escollo, ambas familias se encuentran cara a cara y evalúan la consonancia de sus hijos entre sí, atendiendo a numerosos aspectos sociales, educacionales y personales.
Una vez se decide la celebración de la boda, comienza el intercambio de regalos entre ambas familias, durante el cual siempre son mejor recompensados los padres de la novia, quienes deciden la fecha del convite. Estos formalismos pueden durar hasta dos años, y si bien el dar siempre que se reciba algo es símbolo de educación, tanta generosidad les sirve también para demostrar el estatus social que ostentan y cuánto aprecian a sus churumbeles.
Y llega la boda, con gran colorido, pues si algo predomina en las bodas chinas, es el color rojo, para ellos símbolo inequívoco de amor y prosperidad; se encuentra en los vestidos de los cónyuges (en las ciudades, no, la novia va de blanco, y el novio de traje -negro no- con algún detalle en rojo: flores, lazos..) rojo en la decoración, las invitaciones o los envoltorios de los regalos.


En las zonas rurales la novia se prepara para el gran día recluyéndose en una habitación apartada, rodeada de las amigas más cercanas y entonando lamentos y lloros por la pérdida de su familia. Ella, se viste de rojo, es depurada con rituales de buena suerte, y una vez lista espera a que llegue la procesión procedente de la casa de su futuro esposo. Éste aparece también de rojo, tras haber realizado ciertas ceremonias ante el altar familiar. Una vez en casa de la novia, cena y le son otorgados nuevos obsequios. Y todos a casa del novio, donde éste puede por fin descubrir la bufanda roja que tapaba la cara de su prometida, tras otra serie de rituales. (Menudo trajín)
La boda en sí es mucho más simple. Los desposados acuden al altar familiar para homenajear a los ancestros y algún que otro dios, y allí mismo comparten ciertos alimentos (no sé cómo no revientan, de tanto comer). Después son conducidos a la cámara nupcial, en cuya cama se aposentan y reciben a invitados durante uno, dos o hasta tres días. A partir de entonces, el novio puede acudir a la casa de sus suegros en calidad de “invitado”.
En las grandes ciudades, como norma habitual, la pareja recién casada se instala en un nuevo piso, pero no sucede lo mismo en las zonas rurales, donde el joven matrimonio tiene que convivir con los padres de él (qué horror!!) y la esposa sufre desprecios por parte de la suegra, al considerar que le ha robado la atención del hijo (también esto es una tradición).
Otro detalle es que tradicionalmente no podían casarse dos personas con el mismo apellido, pues probablemente compartieran ancestros, hoy en día eso ya no es un impedimento sobre todo si tenemos en cuenta que hay 100 apellidos básicos que tienen millones y millones de chinos. Imaginaros que media España se llama Rodríguez, y la otra media García. Eso reducía las posibilidades de encontrar pareja. De hecho, hay una locución que es "lâo bâi xìng" (los 100 apellidos de siempre) y que se refiere en realidad a "la gente del pueblo". Que conste que a parte de estos 100 apellidos populares, hay algún que otro millar más que también se usan, pero menos.
Tan durillo se está poniendo lo del matrimonio en algunas ciudades que proliferan ideas como esta:
El verano pasado en la ciudad de Wuhan (capital de la provincia de Hubei) recorrieron la ciudad unos 40 autobuses de color rosado llamados Love Buses con 3 mil solteros y solteras a bordo y así encontraran su media naranja. Los autobuses partían de sus respectivas paradas (10 paradas) cada 3 minutos y daban dos vueltas a la ciudad. Cada uno llevaba en su viaje 35 pasajeros y dos casamenteros profesionales que organizaban juegos para que los pasajeros pudieran conocerse y gustarse entre sí. Aquellos que lograban congeniar durante el viaje descendían del autobús y sus lugares eran ocupados por más solteros y solteras. Esta actividad generó nada más y nada menos que 10 parejas por hora!!, siempre de acuerdo a los 80 casamenteros que estuvieron envueltos en esta original actividad de Cupido.
¿Quién dice que los chinos no saben divertirse?
La luna de miel: ahora empiezan a haber. Antes no existía este concepto. Lo que sí se hacía era que un año después de la boda, la desposada acudía a casa de su familia para visitarlos.
De todas formas el número de solteros, de quienes posponen el matrimonio y de quienes no desean tener hijos está aumentando. Muchos jóvenes en las ciudades tienden a adoptar el estilo de vida occidental, caracterizado por el aumento de los solteros perpetuos o la convivencia sin matrimonio de por medio.
Y en lo que se refiere a matrimonios mixtos de un chin@ con alguien occidental, lo mejor es tomárselo con paciencia, la burocracia te entierra en papeleo y a lo mejor cuando ya está todo resuelto decides romper….

Y por último, como los días afortunados del año son limitados, muchas parejas deciden casarse el mismo día y celebran bodas multitudinarias: 7.185 bodas se celebraron en Shanghái el mismo día que se inauguraban los Juegos Olímpicos de Beijing, donde contrajeron nupcias más de 16.000 parejas, ya que el número ocho está considerado portador de fortuna y alegría, y ese día era el 8 del 8 del 2008 y muchas parejas no quisieron dejarlo pasar.

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